lunes, 21 de junio de 2010

La hegemonía de la televisión en la sociedad

Es tradicional de muchas familias chilenas el encender el televisor cuando estamos almorzando, cuando no tenemos nada que hacer, para informarnos, e incluso antes de dormir. La televisión, hoy por hoy, es uno de los elementos más usados, por su fácil accesibilidad, solo se necesita escuchar, y de vez en cuando leer, sin tener que manipular nada más que un control remoto, una perilla, o (para quienes no tienen televisión por cable) mover la antena para captar la señal. ¿Por qué es el televisor, un objeto “inanimado”, de tal importancia para el diario vivir? La supremacía que tiene la televisión nos domina, controlando toda la información que nos rodea. Cada vez más, la televisión se ha ido impregnando en la vida de las personas, y ahora nos estimula con su gran cantidad de canales, programas, telenovelas, comerciales, etc., hasta tal punto que lo que se nos presenta lo vamos haciendo parte de nosotros, integrando lo que vemos a nuestra vida cotidiana, por ejemplo, conductas, valores, y la forma en la que nos relacionamos y vemos a las demás personas. Es por eso que la televisión es una “mala influencia” ya que entra en nuestras vidas como si nada, y hace que vayamos adquiriendo inconscientemente cosas sin importancia. La televisión rápidamente se adaptó a nuestra vida cotidiana, tal vez no tuvimos el tiempo suficiente para adaptarla, es por eso que cuesta salir de algo en lo que ya estamos absueltos, es por ejemplo como si a un niño le dieran un juguete nuevo, es tan fascinante en un principio, pero luego aburre y queda en el olvido, pero al contrario de la TV, no cansa, no fastidia, ni es abandonada, porque cada vez se proyecta hacia nosotros algo nuevo, algo que nos deslumbra, se va renovando con el paso de los días, dejando de lado lo que fue ayer, para dar paso a algo fresco y original, es por eso que no hostiga y se nos hace difícil abandonar una rutina en la que no exista un televisor.
En Chile, 1946 y 1947 son fechas clave para el uso de este aparato, pues comenzaron las primeras transmisiones televisivas, en donde se mostraban imágenes de la ciudad de Santiago. Sin duda no eran muchas las personas que podían tener el privilegio de tener un televisor en casa, pero con los años, este medio fue progresando y el número de aparatos aumentó pudiendo estar al alcance de más personas, desarrollándose a la par como medio de comunicación masivo. Vale decir, en la actualidad es casi imposible no encontrar un televisor en la sala de una casa, o en una pieza de esta.
Muchas veces nos sentamos frente a la pantalla del televisor, y nos entregamos a este como si nada, en nuestros momentos de ocio, o cuando debemos estar estudiando (en el caso de los estudiantes que llegan luego del colegio), mientras se lava la loza, mientras se almuerza, etc., son variadas los momentos en los cuales se enciende la TV y las gente se deja llevar por lo que mira, a veces ni siquiera se alcanza a procesar tanta información que se nos presenta. No nos da tiempo para reaccionar emocional e intelectualmente.
Es por eso que tenemos la obligación y compromiso de informarnos bien, para comprender y captar bien los fundamentos de lo que vemos, lo que requiere de tiempo y paciencia para lograr así superar dudas e interrogantes y llegar aún mas lejos de lo que se puede.
En cada país, los canales nacionales de la televisión están estipulados por sus costumbres y características. Pero a la vez, también existen muchos canales de otros países a los cuales la gente puede tener acceso, adquiriendo también hábitos y valores de otros lugares del mundo. Vemos películas en donde se muestra mucha discriminación, violencia y corrupción, todo eso lo asemejamos a nuestras vidas creyendo que es normal todo lo que vemos e imitando conductas estereotipadas. En donde si se nos muestra a un niño de catorce años con un arma en la mano, dentro de un tiempo quizás sea algo muy común y corriente.
Las personas creen que hacen lo correcto, pero sin embargo, todas sus conductas son manejadas por la televisión, actuamos sin pensar si lo que hacemos está bien o mal. Los hombres y mujeres no actúan de acuerdo a sus propias decisiones, sino que éstas son tomadas bajo influencias culturales e históricas, nos guiamos por ciertos criterios, y distorsionamos la realidad, siguiendo estereotipos errados y nosotros sin darnos cuenta damos paso a la manipulación de nuestras mentes. Nos dejamos llevar por lo estético y lo vacío, dejando de lado valores esenciales de la vida. Hoy en día, el hombre se aferra a valores débiles, transitorios y superficiales, los cuales son sacados de la pantalla de la televisión, y todo aquello que queda dentro de él va directamente a su forma de relacionarse con el resto y su trato con ellos.
El consumo crece, y ahora a los niños se les permite estar horas y horas frente a la pantalla, en los almuerzos no falJustificar a ambos ladosta que el aparato este encendido, lo mismo sucede cuando alguien viene a saludar, lo que provoca que los lazos de unión entre los familiares o visitas vayan deteriorando y la comunicación sea cada vez menor. En parte hay que considerar que esto es responsabilidad de cada uno, pues el uso de este medio lo define la misma persona, y las horas que se emplean viendo programas deben ser controladas, especialmente en los niños, que desde temprana edad van adquiriendo hábitos y valores, puesto que la TV ejerce una fuerte influencia en su formación, personalidad e identidad. Y sigue, y seguirá habiendo un consumo televisivo significativo dentro de los hogares, por eso se debe cuidar a los niños y adolescentes mas vulnerables y de poca edad en los programas que generan en ellos antivalores. Nuestra vida privada se ve afectada por lo que muestra un aparato, arrasa con momentos que deberían ser personales. Todo el tiempo que se nos va mirando imágenes podría ser empleado útilmente en alguna otra actividad más productiva.
Para concluir, se puede dar cuenta que hoy son muchas las personas que prefieren estar sentados frente a un aparato en vez de realizar alguna otra actividad, ya que lo único que se debe hacer es presionar un simple botón para que ésta se encienda y deslumbre con sus múltiples imágenes, sonidos y colores. Ni siquiera hay que esforzarse por pensar demasiado, sólo hay que acomodarse, mirar y dejar que la televisión haga el resto. Las relaciones con las otras personas que están a tu alrededor se ven afectadas, puesto que hay muchas ocasiones en que preferimos la televisión en vez de compartir con esas personas, se da prioridad a las películas, programas de entretenimiento u otros, al final en vez de interiorizarnos de la vida de nuestros cercanos, nos preocupamos más por la vida de otros, de famosos o hechos faranduleros. Los criterios de enjuiciamiento van cambiando. El ciudadano no debería dar su consentimiento a la ligera, sino que estar consiente de lo que se hace y se piense. Debe ser la razón de uno mismo la que guíe tus actos en la vida, y no dejarse llevar por lo que otros quieran hacer de ti, no caer, en lo que la televisión construyen, una cultura de “masas”, como el consumismo, donde la televisión es uno de sus factores.
La hegemonía ejercida por la televisión influye en gran cantidad en sus espectadores, ya que son muchas las ideas y creencias que sacamos de lo que vemos a través de este medio, el cual incentiva la falta de comunicación en nuestros hogares, violencia, consumismo, discriminación. Y a medida que pase el tiempo, esta influencia será mayor ya, que las ambiciones de los que controlan estos medios dirigidos a la población también crecerá, haciendo su programación más atractiva al igual que la utilización comercial.

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